jueves, marzo 30, 2006
Acto del mural: Dr. Carlos Slepoy, fiscal en los juicios a los militares.
Buenos días a todos, les agradezco mucho que me permitan tomar la palabra en este acto de recuerdo, de homenaje, de recogimiento, de reconocimiento, en este caso a distintos vecinos del barrio de La Paternal. En nombre de ello quiero recordar a alguien que fue muy amigo mió, que no lo conocí en el barrio, lo conocí haciendo el servicio militar, que se llamaba Horacio Elber, y que (aplausos)...y que desapareció entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 junto al resto de personas que acompañaban a las Madres de Plaza de Mayo del grupo de doce personas, integrado por tres Madres de Plaza de Mayo y las dos monjas francesas. Entre los otros siete se encontraba Horacio Elber. Es la primera vez que en un acto publico puedo recordar su memoria, y es una gran emoción poder hacerlo en este barrio, en dónde vivimos nuestra niñez.
Yo me fui a los 16 años, él vivía en la calle Espinosa, y en esos momento si bien habíamos vivido distintas dictaduras militares, jamás podíamos pensar que la negra noche que se avecinaba iba a determinar el horror que vivió nuestro país.
Han pasado 30 años del golpe militar. Hubo momentos en que pareció que iban a logar el propósito de la resignación y de la impunidad. Se dictaron las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. En los años 1989 y 1990 los indultos, y con ello pretendieron o creyeron poder cerrar este capitulo de la historia. Yo, que vivo en España y que vengo en forma relativamente asidua a la Argentina, cada vez que he venido en las distintas épocas, en las épocas en las que alentaba la esperanza en los primeros años después de la dictadura militar, posteriormente durante los años 1990 y 2000 en que parecía que era muy difícil poder remover los obstáculos que ponía la impunidad, nunca he dejado de asistir a uno de los actos que se realizaban en recuerdo de los desaparecidos y en reaclamo de Justicia. Digo esto porque creo que habrá pocas sociedades, habrá pocos pueblos en el mundo capaces de haber sostenido la memoria en condiciones tan adversas como lo ha hecho el pueblo argentino. Si en este momento podemos decir que hemos dado avances sustanciales en la lucha contra la impunidad, toda vez que como sabemos en lo esencial la impunidad legalmente consagrada está anulada, está abolida, se debe precisamente a este tipo de actos que nunca se dejaron de hacer a pesar de las adversidades, a pesar de los mensajes desde el poder para que olvidemos, para que iniciemos una nueva etapa, para que nos reconciliemos, etc.
Creo que el mejor legado que podemos hacer a nuestros hermanos desaparecidos, que podemos hacer a los sueños que tuvieron, es seguir luchando por la sociedad por la cual finalmente se los desapareció, se los torturó, se los secuestró , se los eliminó. Y en este sentido creo que todos somos concientes del extraordinario avance que se han producido en la Argentina en cuanto han sido ya arrumbadas las teorías de los dos demonios, en cuanto se ha impuesto la memoria, en cuanto movilizaciones como las de ayer, apoyadas por instancias oficiales incluso, determinan que esta lucha histórica en lo esencial se ha ganado. Pero creo que tenemos que estar advertidos, porque corremos el riesgo de la autosatisfacción, corremos el riesgo de pensar que lo esencial está hecho, y yo diría que están sentadas las bases de lo esencial , pero queda mucho y substancial por hacer. Creo que estamos algo así como en los momentos previos al dictado de la ley de punto final. En sesos momentos se abortaron las posibilidades de hacer juicios. Hoy renacen esas posibilidades, pero sin embargo nos encontramos junto a cuestiones o situaciones muy alentadores, con situaciones muy preocupantes: se está reiterando una y otra vez que es absolutamente inadmisible que los máximos criminales de este país se encuentren en situaciones de privilegio en sus medidas cautelares (aplausos).
No es posible que se les otorgue en forma automática como se hace, el arresto domiciliario, y más aun inadmisible es que personas que se encuentran en edades similares a la mía, a la gente de aquella generación que fue exterminada por el terror genocida, se encuentren disfrutando de cárceles en establecimientos militares, en lugares de fuerzas de seguridad de la policía. Y no es posible no solamente porque es un insulto, sino porque esto lo que lanza a la sociedad es un mensaje: el mensaje de que a pesar de haberse cometido este tipo de crímenes, sin embargo se tiene una discriminación positiva, sin embargo se goza de este tipo de privilegios. Quizás la cuestión que mejor grafique todo lo que queda por construir sea: la impunidad legal se ha acabado, pero la impunidad real subsiste.
Y a la vez creo que tenemos que proyectar hacia el futuro como debe ser este juicio a los genocidas. Podemos encontrarnos con que estos juicios empiecen a languidecer, podemos empezar con que empiecen a atomizarse, podemos encontrarnos con que haya solamente algunos jueces que quieran llevar adelante los mismos. Entonces, me parece que lo que hay que plantearse es como se hacen estos juicios. En este sentido, en una charla en la que me invitaron junto a otras personas en el club Atlanta, manifestamos nuestra preocupación por estos hechos, y yo particularmente planteaba que aquí en la Argentina, porque este pueblo se lo merece, porque este pueblo lo ha logrado, porque se lo merecen nuestros compañeros desaparecidos, hay que hacer un Nuremberg. Y para hacer un Nuremberg no basta con que desde el Poder Ejecutivo se lance el mensaje de que la Justicia actúe: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y todas las instituciones del Estado deben tener una actitud activa para que estos juicios puedan ser realizados. Favorecer el juzgamiento, designar jueces para que en exclusividad juzguen estos crímenes, hacer posible que el enjuiciamiento sea efectivo y real. No basta con decir que Martínez de Hoz debe ser también procesado, o que se espera que la justicia actúe. Lo que hay que hacer, si se tiene la convicción, como todos la tenemos, de que los Martínez de Hoz son los principales instrumentadotes de la destrucción de la sociedad argentina, lo que debe hacer el Poder Ejecutivo es querellarse contra Martínez de Hoz, y no esperar que esto surja de alguna iniciativa particular. (aplausos)
Simplemente quería manifestar esto porque estamos en un momento complejo, un momento en que valoramos altamente muchas cosas que se están haciendo y un momento en que se nos aparecen también riesgos muy profundos. Creo que muchos no nos vamos a conformar mientras nosotros no podamos seguir trabajando por la sociedad que quisieron nuestro hermanos, nuestros compañeros, aquellos con los que soñamos un mundo distinto.
Y soñar un mundo distinto es empezar a trabajar para que se terminen los obstáculos que impiden la construcción de la sociedad que queremos. Por lo tanto hay que hacer real el acabar con la impunidad y el acabar con la corrupción. Para esto, esto que estamos haciendo aquí debe seguir repitiéndose, porque esto que ustedes están haciendo aquí, en un pequeño barrio de una gran ciudad, sigue siendo y es un ejemplo para el mundo. No habría habido juicios en el exterior, yo soy parte de uno ellos , si esta sociedad no hubiera golpeado puertas en todos los lugares posibles para abrir los caminos de la Justicia. Con este tesón, con esta determinación, con esta fuerza debemos seguir actuando para construir el mundo que nuestros hermanos soñaron. Muchas gracias. (aplausos)
Dr. Carlos Slepoy, fiscal en los juicios a los militares, nacido en La Paternal.